jueves, 17 de febrero de 2011

La historia de Izaskun

Izaskun vivía con su retrógrado padre y su hermano mayor. Ella estaba enamorada de Eneas, pero no podía verle nunca, pues su padre no le dejaba acercarse a la casa de éste, así que se comunicaban por cartas. Un día su padre mandó a Izaskun a comprar verduras, pero ésta, pasada toda la tarde y olvidándose del recado, llegó a su casa sin nada, ni siquiera el dinero.
-¡Ya has perdido el dinero, si es que no se puede confiar en ti!-vociferaba el padre.-¡Ahora mismo vuelve donde hayas estado y no vuelvas hasta que las encuentres!
Izaskun se adentró en un oscuro bosque, lo árboles no daban paso alguno a la luz y todo estaba lleno de musgo y barro. Los chicos del pueblo, que vieron a Izaskun entrar en el bosque, decidieron gastarle una broma. Se disfrazaron de fantasmas e intentaron asustarla. Ella, que nunca tuvo miedo de nada, se puso a hablar con los fantasmas:
-¡Somos los fantasmas del bosque, te arrepentirás de haber entrado aquí y habernos despertado de nuestro sueño eterno!
-¿Y por qué tendría que arrepentirme?, no os levantaríais de tan mal humor si durmierais menos.-decía ella, entre risas.
-¿Acaso no nos tienes miedo?
-No, no tengo ni idea de lo que es el miedo, ¿me lo vais a enseñar vosotros?
-¡Ahora mismo!
-Já, será si yo quiero.-dijo mientras les arrancaba las máscaras.- Ajá, conque sois vosotros, os vais a enterar de lo que es asustar a una chica...
Los muchachos salieron corriendo, a uno se le cayó una bolsa, era el dinero de Izáskun.

Días más tarde, fue enviada a otro recado, y se repitió la misma historia. Su retrógrado padre, enfadadísimo, la echó de casa, diciéndole que volviera cuando se haya convertido en una mujer madura.
Y así comienza la historia de Izáskun. Salió del pueblo con tan solo 20 monedas de oro y anduvo por los caminos durante días. Una mañana, en su caminar, se topó con un fauno llamado Lupercus y pronto se hicieron amigos. Lupercus era un vagabundo y siempre estaba pidiendo dinero y comida. Izaskun solo tenía sus 20 monedas, y no se las iba a dar de buenas porque ella las necesitaba.
-Ya sé, te daré mis 20 monedas si me enseñas lo que es el miedo-dijo.
-¿Cómo? ¿No sabes qué es el miedo?-dijo Lupercus sorprendido.
-No.
-¿No tienes miedo a nada?
-No.
-¿No tienes miedo a las serpientes ni a las arañas?
-En absoluto.
-Mmmmm... bueno, por el camino iré pensando en algo, a ver qué se me ocurre...
Así, el bueno de Lupercus estuvo intentando asustarla durante todo el camino, pero no pudo en absoluto. Un día llegaron a la ciudad de Cartago, al norte de África. Un legado vociferaba en la plaza, junto al palacio.
-¡¡Aquél hombre que aguante 3 días y 3 noches en la casa encantada, podrá casarse con Liria, la hija del rey!!
-¡Tú, ¿y que hay de las mujeres?! ¿Ellas no pueden o qué?-le gritó Izaskun al legado desde lejos.
-Ja, ja, ja. Una mujer no tiene las sufientes agallas como para soportar el miedo más terrible de Cartago. 
-Verás cómo soy capaz, incluso podría aguantar un día más.
Aceptado el reto, Izaskun fue con Lupercus a la casa. Lupercus tenía tanto miedo que decidió no pasar, así que ella entró enfrentándose a los horrores que le esperaban. Allí, todas las habitaciones eran frías y no se oía nada, la lluvia golpeaba los cristales de las oscuras ventanas. Izaskun decidió explorar durante el día. Caída la noche se fue a dormir. Nada más meterse en la cama, empezó a oír cadenas y lamentos. Los pies del espíritu se arrastraban lentamente por el pasillo, oyéndose desde lejos y con ellos, las cadenas. El fantasma golpeaba los muebles del pasillo, cada vez más fuerte y acercándose a la puerta de la habitación de Izaskun cada vez más. Los lamentos del fantasma en una lengua ya muerta y olvidada hacía estremecerse a cualquiera con historias antiguas de pue...
-¡CÁLLATE YA Y DÉJAME DORMIR, LECHES!-gritó furiosa Izáskun, saliendo de golpe de la habitación, cogiendo al espectro del cuello y lanzándolo por la ventana. El fantasma no volvió más.

Por el día, mataba el tiempo leyendo junto al fuego, pues nada ocurría con la presencia del sol en la casa. La segunda noche, ya apunto de dormirse empezó a oír rugidos. Cuando de pronto 3 leones grandes como torres echaron la puerta abajo, lanzándose sobre ella. Fue cuando inmovilizó a los animales, domándolos, éstos empezaron a encoger hasta convertirse en gatitos. Izaskun jugó con ellos toda la noche.

La tercera noche, ya dormida, se despertó con unos ruidos en la cocina. Cuando bajó vio unos 8 zombies buscando comida, que se abalanzaron sobre ella. 
-Queridos amigos, no es de buenos huéspedes entrar a una casa y comerse a la anfitriona así de primeras. Haremos un trato, haremos un banquete con lo mejor que hay en la casa y, llegado el día, podréis devorarme como plato final.
Los zombies, como siempre cortos de entendederas, aceptaron. En la casa había mucha comida, abandonada por los machotes que querían aceptar el reto de la casa y no lo consiguieron. Después de acompañarles en la cena que duró toda la noche, comenzó a salir el sol. Fue cuando, los zombies fueron a por Izaskun, pero el sol de las mañana incidió sobre sus pieles, abrasándolos vivos.

Finalmente la cuarta noche, decidida a dormir, pues los inconvenientes de las noches anteriores no la dejaron, se quedó frita en el sofá de la salita. Entonces tuvo una pesadilla, un psicópata la perseguía para descuartizarla. Pero ella, tan serena como siempre, consiguió encerrarlo en una habitación estrecha, tapiando la salida.

Así salió a la mañana siguiente de la casa, encontrándose a Lupercus, que había acampado en la entrada. Cuando llegaron a Cartago, toda la ciudad vitoreaba el nombre de Izaskun. Izaskun aprovechó para decirle a la princesa Liria que no es objeto de nadie, y que ella es mucho más que un simple trofeo de una competición estúpida.

Izaskun decidió volver a casa, considerando haber triunfado. Un día en el camino, Lupercus le dijo que debía seguir su camino, y que debían separarse. Ella comprendió y le dio sus 20 monedas, no le había hecho conocer el miedo, pero por ser su amigo se merecía eso y mucho más. Cuando llegó a casa, se enteró de que Eneas había caído enfermo por la soledad de no verla. Izaskun se sintió culpable y fue a verle. Cuando lo vio en la cama, blanco y frío como un muerto no pudo contener los nervios, los pelos de la nuca se le erizaron y empezó a temblar, luego empezó a llorar como nunca lo hizo. Después, lo besó y éste despertó, fue entonces cuando el color y el brillo de los ojos les volvieron a ambos. Había conocido por fin el miedo, comprendiendo que el miedo no está en seres horribles y fantásticos, sino en lo más importante de nuestras vidas.

Y así, el padre retrógrado de Izaskun aceptó el compromiso y dejó de ser retrógrado, se compró una moto y se fue a dar la vuelta al mundo. Izaskun y Eneas se casaron y vivieron felices para siempre.

-Versión propia-

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