domingo, 27 de marzo de 2011

Cuenca

El viernes por la noche volví a ver Cuenca desde lo alto. Era ya de noche, yo y Eva en el castillo, la ciudad de Cuenca brillaba debajo. Se podían ver casi todos sus monumentos e incluso las estrellas (algo difícil en una ciudad). Me emocioné al imaginar que podría ver esa ciudad todos los días, me emocioné al pensar que allí puedo vivir para lo que quiera y para quienes quiera... Tanto arte, tanta paz... Es algo que no se encuentra en otro lugar. Tirar piedras en el Júcar, dar las largas caminatas de costumbre, irme de cañas con mis amigos de allí a los que tanto añoro...

Cuenca va a ser la ciudad de mi vida, y no la cambiaría por nada.

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